FUTBOL DE BARRO, CIMIENTOS DE VIDA Esta historia puede ser la tuya, no es anónima, no es una historia en blanco y negro, mejor ponle a tu mente una foto en color sepia mientras lees esto. Va firmada por todos esos niños que nos criamos en los pueblos próximos a Madrid, o de Barcelona, o de Teruel, que dejaron de serlo para convertirse en “ciudades dormitorios”. En la época en la que no existía el fútbol-7, ni los campos de césped artificial. Tampoco existían las categorías chupetines ni prebenjamines y el fútbol base no era un negocio, sino la ilusión de muchos padres, que dejaron tardes, noches y sábados de sus vidas en darle a sus hijos la mejor herencia del mundo: el deporte en general y el fútbol en particular.Eran los tiempos de bajar a jugar a la calle, con “los del barrio”, y los campos de fútbol se hacían con 4 piedras como porterías, o con varios ladrillos del bloque de viviendas que estaba a medio construir en el descampado. El portero era el más bajito para que cualquier tiro por arriba se considerase “alta”, si bajábamos dos a jugar hacíamos unos tiros, si éramos tres, ya había un “gol regañao”, y si éramos 4, aquello olía ya a final de Copa de Europa. Las reglas eran claras: El dueño del balón solía decidir si era falta o no, tres córner era penalti, no había fuera de juego, existía la figura del palomero que se quedaba arriba solo esperando que llegara algún balón despistado, y el final del partido lo marcaba el silbido inabarcable de tu padre desde la terraza de casa, 4 ó 5 horas después del comienzo, indicando que era la hora de cenar. Daba igual si hacía frío, llovía o el sol abrasaba a las cuatro de la tarde en el mes de julio…siempre había partido.Después llegó para nosotros el fútbol organizado, con el equipo del colegio posiblemente, en el que tocó jugar a fútbol-11 en el enorme campo municipal del equipo de tercera división…un campo tan grande que recordaba los dibujos animados de Oliver y Benji, después de correr un buen rato la banda, aún estabas a años luz de la portería.En esa banda estuvo siempre mi padre, como seguramente estuvo el tuyo, pidiéndome que luchara cada balón hasta el final, no me pedía talento, no me exigía marcar un gol o poner un centro perfecto, él solo quería esfuerzo, sacrificio, heridas en las piernas al tirarte a cortar un balón sobre el barro congelado de las 9 de la mañana en enero…auténticas cuchillas para el culo y las rodillas, pero auténticos encofrados de vida, cimientos de carácter que nos prepararon para todo.¿Y aquella primera suplencia? De repente no oí mi nombre en el 11 titular y mi mundo se cayó por completo. Hasta ya comenzada la segunda parte no oí el frío “calienta” por parte del entrenador, al que seguramente había decepcionado jornadas atrás. Aquel día jugué los mejores 20 minutos de la temporada, salí a morder, a ser responsable, concentrado en hacerlo bien…nada mejor que un poco de humildad y “ración de banquillo” para acordarte de quién eres.Cuando algo sale mal en mi vida, me acuerdo del día que fui suplente y cómo reaccioné, me acuerdo de tiritar sobre el campo de fútbol, empapado de agua y barro, perdiendo el partido por poco, aprieto los dientes viendo las caras de mis compañeros sufrir y me hecho el equipo a la espalda, doy el 120% de lo que tengo, sea mucho o poco, y casi siempre me sirve para ganar. Y si al final no logras ni empatar el partido, te acuerdas del abrazo final con tus compañeros, del abrazo que te dio tu padre felicitándote por el tremendo esfuerzo, a pesar de la derrota. No siempre se puede ganar, y eso forma parte del deporte y de la vida, pero si lo has dado todo, perderás una batalla, la de ese día, pero a largo plazo ganarás la guerra. Tu vida será feliz.Los valores del deporte, se siguen enseñando en la actualidad en las escuelas de fútbol, aunque ya no haya campos de barro o descampados llenos de ladrillos rotos, los valores del deporte duran siempre, te preparan para la vida, te enseñan a ganar y a perder, te enseñan a superarte a ti mismo, no se trata siempre de superar al rival…¿Puede haber mejor forma de educar a tus hijos? Quizás sí, pero esta tampoco está mal, ¿no crees?